Del 4 de julio de 2024 al 27 de julio de 2024 M-V:14-17h | S: 11-14h
El jueves 4 de julio a las 19:30hs, el espacio CRUCE acoge la exhibición individual «Stabat Mater» de la artista Sonja Šurbatović. Disponible hasta el 27 de julio. Al cuidado de Concha García.
It would seem that mythological worlds have been built up only to be shattered again, and that new worlds were built from the fragments.
Franz Boas
Las obras del ciclo Stabat Mater reexaminan el nexo de la mujer y su tierra natal, que es crucial para comprender el contexto. Las palabras claves asociadas a este trabajo son la violencia, el patron y la repetición. A pesar de que Stabat Mater es ampliamente conocido como un himno a la Virgen María, aquí se refleja un carácter mas humano – una madre devota de lo profano. Bajo la carga de diferentes ideologías, es identificada con un país y una nación, La Virgen se convierte así en una parte integral de su identidad y su defensa – una mujer que se mantiene firme y es parte de un territorio, simulando su frontera final.
Stabat Mater ha sido creada como parte de mi investigación doctoral que fundamentalmente aborda la posición de las mujeres en el eje de la matriz tradicional y patriarcal dentro de los ciclos de avances y retrocesos de los acontecimientos. Uno de los motivos elementales de estas obras denotan la repetición encarnada en la producción. La obra hace un llamamiento a un sentimiento de amenaza violenta que es, a veces, más aguda y precisa que el acto de violencia en si mismo.
Las piezas que componen esta muestra también cuestionan los perímetros y los límites del cuerpo mismo, dado que su constitución y materialidad está sujeta a contorsiones bajo el régimen de presiones arbitrarias. Llegados a este punto, el cuerpo se convierte en un paisaje, terra nullius (tierra sin dueño), susceptible a la manipulación.
No obstante, cuando consideramos la tierra como un hogar, un fragmento de la propia existencia o, como la llama Mahmoud Darwish, una «mansión del dolor», se hace un énfasis en esa conexión rota con nuestras raíces, revisando y cuestionando la idea del hogar, observado a través de patrones y la permanencia obsesiva en la memoria.
Si consideramos el concepto de tierra como un lugar familiar, podemos reflexionar sobre la idea del laberinto de Borges: una casa construida para confundir al hombre. En este contexto, ¿es algo poco hogareño y espeluznante? No hay un punto final similar al laberinto ni ningún lugar al que llegar excepto en el que nos encontramos ahora. ¿Qué pasa si un hogar se convierte en un lugar de terror: extraño, inquietante y maternal al mismo tiempo?
Si nuestro recuerdo específico está fragmentado, pretendemos reconstruirlo a partir de pedazos, tratando de omitir lo dañino. Entre los intersticios de la conciencia fragmentada, se crearán retículas y patrones, mapeando nuestro espacio de acuerdo con las coordenadas de las uniones focales en la memoria. Si las acciones se ejecutan en ciclos, nos obligan a replicar y a adoptar comportamientos repetitivos. Como nota final, las acciones repetitivas nos mantienen en un péndulo de expectativas y un vacío de posibilidades. Posteriormente, esas matrices podrían convertirse en normas, confinándonos en un sistema que no podemos romper sin esfuerzo.