¿Qué, quiénes, cómo?

1. ¿QUÉ ES O NO ES CRUCE?

Atípico, y sin embargo obligado a declararse, CRUCE se declara Asociación Cultural (especificando a continuación y reveladoramente: sin ánimo de lucro). Asociación porque no puede menos que enorgullecerse por el hecho de haber existido ininterrumpidamente desde 1993 gracias a las cuotas de sus socios. Cultural, porque pertenece inequívocamente al ámbito de la cultura, habiendo no obstante comprobado a lo largo de su existencia cuánto ha cambiado tanto el propio concepto de cultura como el papel que a ella se le concede dentro de una sociedad a la vez y paradójicamente hambrienta y ahíta de actividad cultural.

CRUCE ha practicado desde sus inicios hasta hoy mismo una indefinición radical y ha evitado por todos los medios responder a la pregunta «¿qué es CRUCE?». No intenta con ello zafarse de tener un propósito bien definido. Por muchos motivos, la indefinición ha sido y es esencial para la existencia de CRUCE. Sólo esa indefinición le garantiza estar en posesión de la autoridad para expresarse con la necesaria libertad de quien se sabe independiente por el mero hecho de no tomarse y de no tenerse por representante de nada ni de nadie, despreocupado de responder a su ser y de encaminarse a un fin que lo confirme en su existencia, puesto que no quiere ser nada.

En cuanto asociación, CRUCE constituye sin haberlo buscado un modelo asociativo en al menos un aspecto primordial: porque sus socios y amigos colaboran en su existencia precisamente ignorando desde el principio qué es eso que mantienen vivo y que, por ello mismo, únicamente existe gracias a la confianza que nadie más que ellos depositan en el alcance de su empresa. Por eso, independientemente de las múltiples actividades que se llevan a cabo dentro de CRUCE, sin las cuales obviamente CRUCE no podría existir, lo que en primer lugar importa y les importa a sus socios es ante todo que CRUCE exista.

A cambio de la pregunta contra la que desde un primer momento se revuelve («¿qué es CRUCE?»), en CRUCE ha tomado forma otra pregunta considerada más fundamental que la anterior: «¿Qué hacer con CRUCE?» Pregunta lanzada como un desafío al encuentro de todos sus sentidos, que resume con su formulación el alcance de su ambición, no sólo por proponerse un quehacer con, sino porque hay un sinquehacer de fondo necesariamente compartido por quienes a pesar de ello y sin saberlo siguen formando una comunidad.

2. ¿QUIÉNES FORMAN CRUCE?

CRUCE es el conjunto de sus socios y amigos, pero también el de todos los que de un modo u otro participan en sus actividades.

Sus órganos de dirección se eligen de forma democrática cada cuatro años, contando en la actualidad con una Junta compuesta por:

  • Presidente: Francisco Javier Rodríguez de Fonseca
  • Vicepresidente: Mario Gutiérrez Cru (coordinador del área de artes visuales)
  • Secretaria: Estela Canuto
  • Tesorero: Isidro Herrera
  • Vocal: Fernando Baena (coordinador del área de artes visuales)
  • Vocal: Pilar Novo (coordinadora del área de artes visuales)
  • Vocal: Rosa Jiménez Asensio (coordinadora de comunicación)
  • Vocal: Concha García González (coordinadora del área de artes visuales)
  • Vocal: Fernando Carbonell (coordinador de artes escénicas y audiovisuales)
  • Vocal: Adrián Morato Abellán
  • Vocal: Wade Matthews (coordinador del área de música)
  • Vocal: Luís Elorriaga Planes
  • Vocal: Timothy Appleton (coordinador del área de pensamiento)
  • Vocal: Zacarías Marco (coordinador del área de pensamiento)
  • Vocal: José Alberto Raymondi (coordinador del área de pensamiento)

3. ¿CÓMO SE HACE CRUCE?

CRUCE se deja endosar los objetivos más convencionales que se pueden esperar del funcionamiento de una asociación cultural, pero también asume otros más extemporáneos e inesperados:

  1. Ofrece un espacio alternativo para la expresión de cualquier clase de nuevo lenguaje que dinamice la práctica artística o reflexiva. Pero al mismo tiempo se ofrece como un intento de explorar tanto los límites de cualquier lenguaje expresivo como el espacio de su agotamiento. Espacio ofrecido tanto a la expresión como al lugar donde la expresión se codea con lo inexpresado o lo inexpresivo.
  2. Fomenta el diálogo orientado a la producción de nuevas experiencias. Pero valora tanto el encuentro (dialogante o no) como el desencuentro, facilitando con ello la producción de distancias en las que pueda albergarse la deseada disidencia.
  3. Genera un dominio donde puede practicarse una experimentación que atraiga la atención de nuevos públicos. Pero también quiere renegar de la publicidad de lo público, romper con su supuesta indiscutida superioridad, sin por ello dejar de hostigar lo privado hasta el arrinconamiento y de perseguir la mísera seguridad de su habitación.
  4. Se abre a un entorno del que nunca prescindirá. Pero al mismo tiempo, fiel a su vocación problematizadora, intentará mostrar que, quizás, el mejor modo de abrir y abrirse es cerrándose en su propio horizonte de exigencia, al que no renuncia.
  5. Visibiliza sus actividades, porque mantenerse oculto sólo ayuda a la cerrazón, pero sin dejar de cuestionar el imperio de lo visible, haciéndole sitio a lo invisible, para no dejarnos arrastrar a una más que segura y amenazante nueva dictadura de la imagen.

En definitiva, CRUCE se propone hablar un lenguaje que no haya sido utilizado por la monstruosa máquina de expender lugares comunes en que, en la actualidad, se ha convertido el espacio del arte y del pensamiento. Un lenguaje que se pretende habitado por la necesidad de aventura que acompaña a la creatividad de todas las artes y por la asunción de riesgo que el pensamiento ha de llevar consigo, siempre alejado de la voluntad de llamar la atención o de figurar, nunca empujado a la necesidad de obedecer a modas, estados de opinión o supuestos de cualquier tipo.

Esto habrá de ser CRUCE: un lenguaje que cualquiera que lo hablara sintiera que lo hace sin poseer su autoría, fuera de sí.