TEXTOS CRUZADOS

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“Líbrenos ella del ocio de los que sólo viven en supuestos como en calzones, presupuestos, porsupuestos de gastos de representación de su propia inanidad y, vestidos de todoojos y todooídos, revolotean de copa en copa sin prestar jamás oído a su secreta conseja”.

Esto decía Fernando Carbonell de la musa de CRUCE en 1994. Surgido en los años noventa, en “la era de post-subvención” –como decía entonces Fietta Jarque–, cuando cada uno se veía obligado a buscarse la vida, CRUCE ha sido testigo del nacimiento y desaparición de numerosos espacios (empezando por el mítico Espacio P y siguiendo por el Almazén de la nave o Public Art). Todos ellos conformaban una resistencia frente a la idea de un arte como industria del ocio. Cruce se consideraba en 1994 un espacio alternativo “al no ser ni institucional ni comercial”, un “lugar de choque para una pluralidad” que sigue definiendo hoy su seña de identidad: arte y pensamiento. Ya os podéis hacer una idea de lo que fue la fiesta de inauguración el 11 de febrero de 1994, con una exposición dedicada a “la traducción in progress” de un fragmento de Finnegan’s Wake de James Joyce. En esa ocasión participaron los artistas Alfonso Albacete, Nacho Criado, Eva Lootz, Mitsuo Miura y La Société Anonyme, coordinados todo ellos por Manolo Quejído y el ínclito Fernando Carbonell.

Esa pluralidad no ha perdido aliento y sigue manifestándose en las diversas actividades que cada semana se celebran en la sala de Cruce. La asociación continúa así con su voluntad original de ser un “espacio que acoge todo lo nuevo que va surgiendo”, donde acción y reflexión se unen en cada concierto, tertulia y exposición para plantear cuestiones sobre de lo contemporáneo que nos acecha.