Exposición de Ángela Nordenstedt: «Trabajos de amor perdidos»

Del 23 de septiembre de 2021 al 16 de octubre de 2021 Martes - viernes: 17:00 - 20:00, sábado: 11:00-14:00

El jueves 23 de septiembre de 2021, a las 19:30 h. inauguramos la exposición de Ángela Nordenstedt Trabajos de amor perdidos que permanecerá en Cruce hasta el 16 de octubre


El pasillo tiene forma de U cuadrada. Hoy ha contado los pasos que mide y se ha dado cuenta de que no
camina por un pasillo, sino por la parte de fuera de las habitaciones, bordeándolas, rodeándolas. Por primera vez se ha preguntado si no habrá sido ese el papel de su vida, estar alrededor, recorrer los márgenes, satélite de un mundo que no es suyo, vigilante de extrarradio, mayordomo al otro lado de la puerta, presencia leve y discreta que afianza a los demás en su existencia, mucho más física, mucho más real, mucho más prominente. Se ha imaginado no estando y luego se ha recordado atravesando de punta a cabo el enorme salón en desuso de la casa familiar. Su pequeña figura cruzando aquel espacio entre alfombras enrolladas y cuadros vueltos contra la pared es ya un fantasma, una sombra que se agarra a sus caderas, que la rodea con sus brazos, que busca su amparo. Ven aquí, ven, le dice. Y tomándola en sus brazos, entra en la cocina

Escribí este texto hace algún tiempo y lo encontré casualmente cuando estaba ya preparando la exposición “Trabajos de amor perdidos”. Me impresionó la clarividencia con la que nos habla el inconsciente a veces: ese momento de descubrimiento en que una se da cuenta de que cuida más de los demás que de sí misma. Sin embargo, no llegué a hacer el registro consciente de mi propio mensaje, sino que me hicieron falta años de deambular por otros pasillos y salones, mentales y emocionales, para comprender la importancia del asunto.

No es la primera vez que encuentro en textos olvidados las raíces profundas de mi trabajo como artista visual. A veces pienso que si mi lado más visionario no me hablara de vez en cuando, mi parte pragmática no me dejaría entender nada de importancia.

En un intento por hacer confluir ambas tendencias he iniciado una pequeña investigación personal sobre las emociones, especialmente sobre el amor, en la que, de nuevo, el corazón lleva ventaja, pues establece conexiones mucho más rápido que mi cabeza. Al cerebro le cuesta mantener su ritmo y por eso voy a dejar el discurso sobre Platón y su banquete, el ágape cristiano, la teoría feminista de los cuidados, el giro afectivo, etc., para otros y me voy a limitar a mencionar algunas preguntas que me rondan últimamente: ¿Existe alguna forma de amor que excluya la idea del sacrificio? ¿Es el amor una condición sine qua non cuando hablamos de cuidados? ¿La violencia contra las mujeres va en realidad – o además- dirigida contra su forma de amar? Pienso en mi querido Jean Cocteau: «Escribir es un acto de amor (…) Consiste en obedecer al mecanismo de las plantas y de los árboles y lanzar en torno y a gran distancia el esperma. El lujo del mundo está en la pérdida«. Lo entiendo, lo comparto, pero no puedo dejar de rebelarme internamente por un planteamiento tan seminal. Instintivamente opongo ese otro planteamiento del cuidado de un único ser que en mí reconozco como una percepción mucho más femenina de la creación.

Creo que en la confluencia de caminos que el discurso sobre el amor favorece hay no pocos elementos de
actualidad en los que siempre conviene insistir, sacándolos repetidamente a la luz bajo diferentes enfoques, por más que algunos sean aproximaciones más intuitivas que racionales. Como primer paso en mi exploración, me he centrado en el tema de los cuidados y la actividad artística como modelos de los trabajos que se realizan “por amor”. Como representación de esa oferta de amor he elegido el banquete, el mantel, la presentación de alimentos, en este caso visuales. También están presentes en las pocas obras que componen la exposición la amenaza y la violencia, la rebeldía, la resistencia y la reconstrucción, la ternura y la capacidad de actuación.

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